El pasado mes de enero, durante su viaje apostólico a Chile y Perú, el papa Francisco se reunió con 90 jesuitas en un encuentro familiar y cálido que se inició con el saludo del P. Provincial al Papa en nombre de todos los jesuitas. De estas conversaciones, se extraen algunas de las reflexiones y declaraciones del papa Francisco.
A la pregunta de cuál habían sido las grandes alegrías o dolores durante su pontificado, el papa Francisco respondió que desde el momento en que se dio cuenta que iba a ser elegido Papa, sintió mucha paz. Una paz que no se le ha ido hasta la actualidad y que siente como un regalo puro. También expresó que no se puede hablar de resistencias durante su pontificado, sino de reacciones que nacen de malentendidos y que le enseñan a examinar mejor el significado de las disputas. Habló de la importancia de acercar la Iglesia a la gente, de crear vínculos cercanos a las personas y del peligro de la mundanidad, el peor mal que le puede suceder a la Iglesia, así como de la importancia de aprender a descubrir los engaños del mundo.
El papa remarcó la ayuda de la Compañía durante su pontificado, una relación basada en una colaboración eclesial, dentro del espíritu eclesial. Diferenció, además, los conceptos de obras e instituciones y expresó su opinión acerca del concepto de «reconciliación», una palabra que ha perdido todo su significado.
Otros de los temas a tratar fue el de los abusos sexuales que, en palabras del papa es “la desolación más grande que está pasando la Iglesia”. Lo que la Iglesia pide a la Compañía es enseñar con humildad a discernir. Un pueblo que fue capaz de ser creativo en la piedad popular.
Al final del encuentro el Papa regaló a los jesuitas una cruz de plata realizada en 1981.
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